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Las gradas unen, el racismo divide

Written By Juan Carlos Rodríguez dos Santos on jueves, 7 de noviembre de 2013 | 19:35

 Hace varios días mi compañero Mario escribía un artículo sobre el racismo en el fútbol, haciendo mención especial al comportamiento de los aficionados. Al instante recordé el vídeo que subí en la vieja cuenta de YouTube de la web hace dos años. El vídeo es el siguiente y se muestran las agresiones de los aficionados del Besiktas turco a Eboué. El jugador africano no puede ni realizar un saque de banda por el lanzamiento de objetos. Un vídeo corto pero duro que en su día, reconozco, me hizo llorar y todavía me entristece. Han pasado dos años entre las acciones, unas acciones racistas que cada día, infelizmente, son más habituales. De hecho, en los dos últimos años, lo habitual es vivir este racismo en todos lados. Y no solo en las ligas profesionales, ahora también ataca a las categorías más inferiores, y lo que es peor, a las categorías base. Un racismo que ha evolucionado, ya no solo ataca al color de piel, ahora también ataca a la nacionalidad, y se extiende cual plaga ensuciando cada vez más la bonita práctica de este deporte tan bello como es el fútbol.

En un mundo cada día más avanzado gracias a la tecnología, la sociedad sigue retrocediendo cual cangrejo. Y esta lacra cada día más extendida debe ser frenada a tiempo, pues el racismo en un campo del fútbol es el inicio del racismo en la vida cotidiana. Para frenar el racismo de raíz deben de tomarse tres decisiones.

- Los aficionados, por norma general, actúan como sus estrellas de la televisión, en especial los niños; por eso los profesionales del deporte, donde se engloban desde directivos de la federación hasta el utillero del equipo más malo, deben dar ejemplo sobre la actitud ante el racismo. Una actitud que debe ser seria, fuerte y constante, y no solo basada en mostrar insignificantes carteles, que incluso las televisiones no emiten, y hacer oídos sordos a los cánticos. En la actualidad nadie se responsabiliza de estos graves ataques. Los equipos se eximen diciendo que no pueden controlar a todos los aficionados, pasan el balón a la federación que regatea con un sencillo “es responsabilidad del club”. Debemos exigir responsabilidades. Por ejemplo, si la federación multase con grandes sanciones (de las que son dolorosas e inolvidables) a los equipos, estos tomarían más medidas dentro de su estadio. Medidas como la expulsión de todos los aficionados, que reiteradamente, cometen actos de racismo.

- Toda esta información del racismo pasa por los medios de información. A ellos también debemos exigir responsabilidades. Emitir todas las acciones racistas, no ocultar la verdad, y ante todo, no fomentar la discriminación o racismo. En este paquete, como medio de comunicación, entra mi Nueva Era Deportiva. Desde aquí intentamos combatir el racismo con las pocas y escasas herramientas que tenemos. No toleramos de ninguna manera el racismo. De hecho, para entrar a escribir no se pide ningún exquisito salvo unas normas mínimas de comportamiento y el amor al deporte. Gracias a esta política podemos encontrar en los escritores personas de cualquier edad, sexo, raza o cualquier característica que pudiera ser motivo de discriminación.

Habitual pancarta en el Fondo Sur de Carranza, Cádiz C.F.
- Por último las gradas. La afición es la que tira objetos o canta reiteradamente insultos racistas. El fútbol es un deporte precioso, que encima cuenta, con un gran seguimiento social lo que permite ver estadios llenos de ilusiones. Estadios que ponen los pelos de punta y emocionan a cualquier persona. Por eso, no podemos permitir que esta característica del fútbol, quizás la más bonita, se ensucie por culpa de unos energúmenos. Hace varios días el Vitória SC, de Guimarães en Portugal, visitaba Sevilla para enfrentarse al Real Betis Balompié. Los aficionados más radicales del conjunto bético repitieron en varias ocasiones cánticos de insultos a Portugal, hecho que todo el estadio Benito Villamarín respondió con una sonora pitada. Esa es la actitud que se debe de mostrar en todos los estadios.

Y durante todo el artículo he hablado de racismo, pero podéis cambiar su palabra por violencia y sigue teniendo la misma validez. El mundo entero debe de luchar contra esta lacra, porque se comienza “de risa” en un campo de fútbol y se acaba con numerosas guerras. Debemos de evitar que ciertos energúmenos ensucien este bello deporte con racismo o violencia, y debemos gritar lo más fuerte posible que… ¡VIOLENCIA NO, FÚTBOL SÍ! Solo así conseguiremos que la preciosa letra de José Antonio Vera Luque en el pasodoble de la chirigota “Los hinchapelotas” (COAC 2012 – 4º clasificados) sea verdad, el verdadero sueño de cualquier persona.

Ojalá que los disparos fueran siempre a portería
Y que fueran los tres palos el punto de mira, de mira de mira
Que Soldado solo fuera el nombre de un jugador
Y que el máximo artillero fuera el delantero más goleador… ¡Ay!
Ojalá que un capitán no pudiera mandar más allá de un vestuario
Y ojalá que un adversario fueran once y nada más
Una tortura aguantar un cero a cero constante
Y que le llamaran tanque a un tío muy grande y defensa central
Y que un misil quiera decir un golpe imparable
Y una invasión una afición con colores por las calles
Y que la pena capital fuera lanzar un penalti
Los escudos solamente fueran en el corazón
La nación más poderosa fuera siempre esa nación cuyo juego enamorara a todo el mundo
Y ojalá que en este mundo con la forma de un balón solo existiera la guerra dentro de un campo de fútbol.

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