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Clemente, sinónimo de polémica

Written By J. Julián Fernández S. on miércoles, 11 de abril de 2012 | 0:48


En el mundo del fútbol, hay personajes ante los que es imposible mostrarse indiferente. Gente capaz de despertar tantas filias como fobias y cuya personalidad llega incluso a eclipsar su faceta profesional. Es el caso de Javier Clemente, un auténtico clásico de las polémicas balompédicas y que ahora, al frente de un Sporting de Gijón que se hunde sin remedio rumbo a Segunda, continúa llevando a la práctica eso de “genio y figura hasta la sepultura”.

Porque el de Baracaldo, que llegó a El Molinón para sustituir a Manolo Preciado, ha acaparado desde su llegada más titulares por peleas y enganchones dialécticos que por buenos resultados. De hecho, lleva nueve jornadas al frente de la nave rojiblanca y sus números resultan nefastos: una victoria, tres empates y cinco derrotas. Así, no es de extrañar que el equipo sea colista, a siete puntos de una salvación que, a estas alturas, se antoja harto complicada.


Quizás por ello, o simplemente porque él siempre ha sido así, Clemente ha decidido hacer la guerra por su cuenta contra todo el mundo. En especial, durante las últimas semanas, en las que ha encadenado una polémica con otra. No en vano, atacó duramente a un periodista gijonés, señalando que no entendía “absolutamente nada de sistemas tácticos” y añadiendo que “alguien debería decirle a su hijo que su padre era un sinvergüenza”. Aunque la cosa no acaba ahí, porque la pasada jornada indicó que la plantilla del Sporting estaba “mal confeccionada” y no tenía “nivel para jugar en Primera”.

Ante esta situación, la afición ya se ha pronunciado, pidiendo a gritos la destitución del técnico, buscando de este modo un revulsivo que cambie la dinámica del equipo. Sin embargo, parece poco probable que esta reclamación de la 'mareona' encuentre recompensa. Sobre todo, porque el de Baracaldo ha decidido hacer frente común con el máximo accionista de la entidad, José Fernández, de quien la hinchada asturiana también ha pedido la cabeza. Tanto es así, que el preparador vasco no ha dudado en afirmar que “el 80 por ciento de los clubes españoles desearían tener un propietario así”, al tiempo que invitó a quienes le pitan a “pagar no 600, sino 5.000 euros por carné para dotar a la institución de unas buenas infraestructuras”.


Eso sí, al menos, Clemente ha dado un pequeño paso atrás en relación a las críticas que realizó sobre sus pupilos, argumentando que está convencido de que “es un grupo que le echa huevos al asunto” y al que, por tanto, “poco más se le puede pedir”. En este sentido, puede que haya pesado la reunión que mantuvo el míster con los capitanes rojiblancos, Iván Hernández y Alberto Rivera, en la que ambas partes se comprometieron a dejar sus diferencias a un lado para apurar las opciones rojiblancas de salvarse.

En cualquier caso, el polvorín en el que se ha convertido el Sporting es sólo la enésima prueba de que la polémica siempre rodea al técnico vasco. No en vano, en sus inicios al frente del Athletic justificó una terrorífica entrada de Jon Andoni Goikoetxea sobre Diego Armando Maradona argumentando que “sólo fue una caricia”, pese a que le rompiese la pierna. Es más llegó a manifestar que él mismo le pidió al futbolista vasco que fuese duro con el astro argentino. “Me dijeron que era un Dios, pero ¿desde cuándo se lesionan?; definitivamente, me informaron mal”, explicó entonces.


Incluso, su salida de San Mamés, allá por la 85/86, se debió a sus roces con Manu Sarabia, al que llegó a apartar del equipo. No en vano, la directiva vizcaína le conminó a replantearse la situación, cosa que él se negó a hacer y que, por tanto, le terminó costando el puesto. De nada le sirvió que antes hubiese ganado dos Ligas, una Copa y una Supercopa de España como míster rojiblanco. Tuvo que hacer las maletas y, a partir de entonces, su palmarés sólo estuvo a punto de crecer de nuevo con el Espanyol, con quien fue subcampeón de la UEFA en la 87/88.

Curiosamente, también tuvo que dejar Sarriá durante la 88/89, tras unas declaraciones en las que puso en duda el rendimiento de sus jugadores. Algo parecido le ocurrió en su siguiente destino, el Atlético de Madrid, donde Gil le destituyó pese a ir segundo en la tabla. Años más tarde, se hizo cargo de la selección, donde lideró el relevo generacional de la ‘Quinta del Buitre’ como columna vertebral del equipo. Sin embargo, esto le granjeó nuevas enemistades, como la que mantiene hasta la actualidad con Míchel, al que ni siquiera ha saludado cuando han vuelto a coincidir. También sonada fue su polémica con el periodista Manolo Lama, de quien dijo que “debería haberla palmado en el gravísimo accidente que tuvo en 1987”.  


Y podrían citarse muchísimos casos más, porque, caprichos del destino, con el paso de los años, Clemente se ha ido convirtiendo en un entrenador de los denominados como ‘apagafuegos’ prácticamente a la misma velocidad a la que los origina cuando coge un micro en sala de prensa. No en vano, poco o nada queda ya de aquel técnico que maravilló a muchos durante los 80. Ahora, lo que queda de él es un personaje incapaz de adaptarse a las exigencias de los nuevos tiempos, peleado a perpetuidad con el mundo y que continúa sin entender que una retirada a tiempo también puede llegar a traducirse en la mejor de las victorias.
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